Alfredo Quintero Rodríguez, cantautor y recopilador de sones segovianos
Don Alfredo Quintero nace el 8 de noviembre de 1942 en la comunidad El Limón, municipio de San Juan de Limay, departamento de Estelí. En esta comunidad vivió en una finca bastante extensa que fue propiedad de su madre, la señora Clemencia Quintero Hernández.
Así pues, su familia vivía de la producción agropecuaria de la misma finca, ya que el gobierno somocista no mostraba preocupación por el campesino. Como parte de las labores del campo, sembraba granos básicos, criaba ganado, solía viajar a caballo a la ciudad u otros pueblos cercanos.
En cuanto a la educación, don Alfredo se describe como autodidacta gracias a la curiosidad que siempre ha tenido con él, puesto que no tuvo oportunidad de recibir una educación formal. Sin embargo, a pesar de las dificultades, pudo culminar la primaria.
Por circunstancias de la vida, no pudo tener muchas pláticas detalladas con su madre, motivo por el cual no conoció su fecha de nacimiento; sin embargo, doña Clemencia sufrió de cáncer, por lo que don Alfredo cargó con ella hacia Costa Rica en búsqueda de tratamiento para esta terrible enfermedad, se complicó de salud y, lamentablemente, en el año de 1972, fallece su madre.
Ahora bien, doña Clemencia se caracterizaba por ser muy conocedora de la medicina popular tradicional. Es así, que llega a conocer a un médico naturista llamado Juan Mendiola Guido, quien era muy famoso por sus capacidades de curación a través de la medicina natural. Este médico estudió Medicina natural en el Instituto de París, Francia, donde llegó a ser miembro Rosa Cruz con mención honorífica. Su fama era gracias a los conocimientos que tenía. Él le pidió a doña Clemencia que fuera a la montaña bien al norte entre Jinotega y Yalí a dar medicina a la gente pobre, pero sin cobrar un centavo, puesto que la mística de los rosa cruces era dar el servicio de la medicina sin cobrar.
Doña Clemencia trabajó mucho de la mano con el Doctor Alejandro Dávila Bolaños en cuanto a la curación de enfermedades haciendo uso de la Medicina natural. Es de esta manera, que don Alfredo hereda muchos conocimientos y prácticas curativas de su madre.
Su padre fue don Secundino Rodríguez, a quien popularmente le llamaban Cundo Rodríguez, de los Rodríguez de Limay y Achuapa. Por motivos de la separación entre su padre y su madre no tuvo la oportunidad de compartir su infancia y adolescencia con su padre.
A los 14 años de edad, para una Semana Santa, Alfredo Quintero visita a una de sus tías paternas en el ingenio en Chichigalpa, con la intención de pasear, conocer el lugar y a su tía. Así pues, en la casa de un amigo de unos de los trabajadores de la finca de su mamá, llegó repentinamente un grupo de señoras de tez blanca y con cierta altura. Es así que sus tías invitan al dueño de la casa para visitar un desagüe cerca del ingenio con pozas y árboles grandes. Pero una de las tías pregunta, refiriéndose a Alfredo: “¿por qué el joven no iba con el grupo al paseo?” Y es así, que participó de él. En el camino, una mujer costeña iba cargando una gran canasta repleta de comida, como de costumbre en un Viernes Santo, Alfredo le ofreció ayuda para cargar la canasta en la que iban petates, hamacas y otros enseres. Una vez que llegan al punto, cada quien se ubica con los petates y hamacas debajo de los árboles, se disponen a bañar y a cocinar para pasar un día muy ameno.
En tanto, Alfredo, inquieto por bañar en el río, se acerca y le pregunta a un señor que estaba bañando: “Señor, ¿qué tan hondo es ahí para bañar?”, a lo que él le contesta: “fíjate que no es tan hondo, pero ¿vos podés bañar?, y continua: “fíjate que en Limay yo iba a bañar a pozas profundas, yo se bañar” y Alfredo, con un poco de sorpresa, le pregunta: “Ah y ¿es que usted es de Limay?”, el señor le contestó: “sí, es que tengo un hijo en Limay”. Alfredo tuvo una confusión de sentimientos y le pregunta: “¿y ese hijo de que familia es?”, el señor le responde: “la mamá se llama Clemencia Quintero”, y de inmediato le pregunta nuevamente al señor: “¿y él como se llama?”, a lo que responde: “Alfredo”, inmediatamente le dijo: “¡Yo soy Alfredo!”. En ese instante, el hombre llega con un brinco a abrazar a Alfredo, quien sintió por primera vez el abrazo de su padre. Y así, sus tías supieron que él era el sobrino del que muchas veces Secundino había hablado.
Es así, que Alfredo lo describe con un hombre muy carismático, espontáneo amistoso y alegre a quien muchos conocían y querían. Poco tiempo antes de morir, les pidió a sus amigos que le cantaran cuando muriera, una canción que en una de sus líneas dice: Adiós muchacho, compañero de mi vida…
Don Alfredo, tuvo tres hermanos. Su hermano mayor se llamó Antonio Quintero, los demás fueron Fausto Quintero y Luis Quintero. Antonio y Luis fueron músicos y cantaban y tocaban la guitarra.
Francisca Herrera Montenegro, fue su primera esposa, con quien procreó tres hijos. El mayor es Boanerges, la segunda hija fue Deysi, quien muere a los once años por causa de un accidente, justamente frente al Instituto de Condega. Y luego, doña Francisca tuvo una tercera hija, Deysi Francisca, pero a raíz de la muerte de su primera hija muere doña Francisca por la pena moral.
Su actual esposa es doña Juana María Salinas Centeno, a quien conoció desde que su primera esposa estaba en vida. Les visitaba para apoyar con los niños ocasionalmente sin saber que ella llegaría a ser su nueva compañera. Alfredito la describe como una mujer muy trabajadora, pues, se ha dedicado mucho tiempo a la costura, al trabajo del hogar atendiendo a sus nietos y bisnietos. Pero también en organizaciones revolucionarias, por lo cual la considera una mujer admirable. Doña Juana participó en las líneas de la Fátima Pavón con un fusil al hombro.
Con doña Juana llegó a procrear a dos hijas Ileana e Indira con quienes vive actualmente.
Su labor como fotógrafo
A la edad de 12 años conoció a un señor famoso en Estelí, que posiblemente fue de origen alemán, llamado Enrique Prado, a quien describe como un señor chele, ojos verdes, muy amable para saludar. Fue de él, de quien aprendió todos los secretos de la fotografía. Gracias a estas destrezas adquiridas fue, por mucho tiempo, el único fotógrafo en Condega, aprendiendo también la técnica de las fotos al óleo.
Su faceta como pintor
A raíz del proceso revolucionario, se dio un auge de la pintura natural. Esto surge con el padre Ernesto Cardenal en Solentiname. Alfredo tuvo la oportunidad de apreciar algunas pinturas sobre el medio ambiente y así, inicia su deseo por aprender la pintura. Su compadre en Condega, Roberto Zeledón, se dedicaba a pintar y al conocer su interés por aprender a pintar, lo invitó a ver como realizaba sus cuadros y para enseñarle las técnicas que él conocía. De esta manera, Alfredo aprendió a pintar primitivismo, que se trata de detallar mucho las cosas como las membranas de las hojas de los árboles.
Para Alfredo, la pintura es algo que se debe respetar. El artista debe estar concentrado en lo que está elaborando, la mente debe estar solo en lo que se está haciendo, donde se debe de evitar las distracciones para poder detallar todo como se desea. En tanto, Alfredo y uno de sus hijos, Carlos, tuvieron, gracias a la pintura, la oportunidad de visitar Alemania en más de una ocasión.
En cuanto a su trayectoria musical
Mientras vivía en la finca de su madre, fue testigo de cómo ejecutaban los instrumentos sus hermanos mayores, quienes cantaban y tocaban. Aprendió a tocar instrumentos con un hermano de don Santiago Acuña, quien vivía en la comunidad de San Diego, cercana al municipio de Condega. Este señor era compañero de don Felipe Urrutia. Mucha gente, desde la comarca de Santa Cruz de Estelí, llegaban hasta allá para sembrar. Uno de los personajes es Leonardito Sánchez, que es mencionado en la canción María Estelí. Leonardito es quien le regala a Alfredo una armónica o dulzaina, lo que le llenó de mucha emoción, logrando dominarla con mucha habilidad.
Alfredo solía hacer mandados de su mamá montado a caballo a la finca vecina, propiedad de un señor llamado Abraham Palacios. En este sitio, cada día escuchaba música rara, pero que le sonaba muy agradable al oído. Uno de esos días se asomó y vio a unos chavalos tocando un instrumento extraño que resultó ser el quijongo. Ese mismo día, Alfredo le pidió a don Abraham que le vendiera ese instrumento, y este señor sin dudarlo se lo dio como regalo al notar su emoción y sin poder evitar el deseo de reírse al notar la expresión gestual de Alfredo. En ese momento, se echó el quijongo con la vara al hombro y montado en bestia. De esta manera, aprendió a tocar la dulzaina y el quijongo.
Don Alfredo describe el quijongo de la siguiente manera: es una vara bien larga y tensa con una cuerda de alambre. La vara da dos sonidos, uno agudo y otro grave. Tiene una jicarita que cuando uno va moviendo la mano hace un sonido de gua, gua, gua. Alfredo cree que, al tratarse de un instrumento indígena antiguo, de este se tomó la idea del efecto de las guitarras electrónicas que funcionan con pedestal de pie. Don Alfredito ha sido conocedor de la elaboración del quijongo, sin embargo, a su consideración, es muy difícil conseguir una madera fuerte para poderlo hacer.
Alfredo relata que la última persona que él conoció con habilidades para tocar el quijongo era un señor de pueblo Nuevo, ya fallecido. También conoció a don Mundo Sandoval, quien fue muy conocedor de este hermoso instrumento ancestral y quien podría haber dado mayor referencia de él. A su vez, tocaba la guitarra y el acordeón.
Como parte de su amplio bagaje en la música, aprendió a tocar música de tríos, interpretar canciones románticas y otros géneros.
Para la década de los 70´s, don Alfredo trabajó con el grupo musical “Los fugitivos”. El nombre de este grupo se debe a que era integrado por artistas que, anteriormente, habían sido parte de otros grupos musicales. Este grupo fue muy famoso a tal punto que pudo compartir escenario con otros grupos muy reconocidos a nivel nacional e internacional como Los Panzers, Los hermanos Cortés, Oscar D´León y con algunos grupos de El Salvador. Con este grupo, tocó música de artistas como Santana, haciendo uso de instrumentos ejecutados todos sus integrantes como el piano eléctrico, batería, órgano melódico o también llamado marimba.
Tuvo la oportunidad de viajar a Alemania, haciéndose acompañar de don Polo Urrutia, hijo de don Felipe Urrutia, quien heredó de él sus habilidades y destrezas musicales. En esta ocasión, se trató de un festival en la que los jóvenes músicos alemanes tocaron acordeón y un bajo de viento como una estrategia de acercamiento para entrar en confianza con estos dos artistas nicaragüenses. Así pues, se demostró que la música es un lenguaje universal que va directamente al corazón, y permite compartir.
Otros países visitados por Alfredo han sido Bélgica, Cuba, Honduras, El Salvador, Costa Rica y México. Este último fue visitado gracias a la invitación recibida por don Felipe Urrutia para acompañarlos a un evento a la que fueron llamados.
Alfredo Quintero en su trayectoria como pintor y música recibe diversos reconocimientos otorgados por las diversas alcaldías municipales, como la de San Isidro.
Su vida como revolucionario
Fue miembro de la primera Junta de Gobierno en el período de la liberación nacional, particularmente en el municipio de Condega. Su cargo fue de secretario municipal del F.S.L.N. Al asumir esta tarea, realizó con sus compañeros un trabajo duro y en condiciones precarias, porque solo recibieron en la Alcaldía de Condega dos asientos y sin documentos.
Cuando llegaban las familias a reportar a una persona fallecida, se realizaban las actas de defunción en papel de empaque, igualmente cuando se trataba de casamientos. Inician un proceso de instrucción para administrar y dirigir con los escasos recursos con los que se contaba apoyados por un compañero que había escondido los documentos de contabilidad y otros que sirvieron para asesorarse, hasta que desde Managua fue enviado un personal para instruir en cuanto a los mecanismos para el manejo de la documentación.
Fue un colaborador histórico, poniendo a disposición su casa de habitación como casa de seguridad. Actualmente, en el año 2022, Don Alfredo se dedica a sus funciones como Concejal del municipio de Estelí, siendo un representante desde el aspecto cultural, trabaja en conjunto con el Ministerio de Cultura, pero principalmente, desde la música en su preocupación por el rescate de la música ancestral. Realiza un trabajo importante de acompañamiento y asesoramiento a músicos del campo que desean realizar grabaciones de sus canciones.
Algunas de las canciones recopiladas por él son: La risa del diablo (polka), El cola pelada, Frijoles fritos, Piedras anchas, entre otras.
Relatos vividos
Hizo una canción inspirada en la poza del Cayaná, de la cual existe una historia: cuando el río estaba crecido una señora que hacía cosas sobre naturales, por ejemplo, tendía un manto para caminar sobre él y poder cruzarlo. Ella vivía al otro lado del río y para poder pescar en este río la gente tenía que tener su permiso. Cuando ella otorgaba el permiso, el primer pescado se lo tenían que dar a ella, pero si alguien le jugaba sucio ya no le daba permiso de pescar más allí. A esta mujer le decían: La Alicona.
Don Alfredo Quintero, sin duda, ha sido un hombre con un bagaje cultural muy amplio, sobre todo por sus diversas facetas como artista y promotor de la cultura. Estas han sido, la práctica de la Medicina Popular Tradicional heredada de su madre, la práctica de la fotografía como un medio subsistencia, la pintura como un hobby en el que ha plasmado la diversidad natural nicaragüense; pero, sobre todo, la música, por sus importantes recopilaciones de sones ancestrales que perviven en la memoria del esteliano. Por tanto, es considerado como un promotor cultural con un legado valioso en cuanto a la preservación de las manifestaciones culturales norteñas, razón por la que forma parte del circuito creativo de Estelí “Sones de Michigüiste”.